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martes, 12 de febrero de 2013

LA ALIMENTACIÓN Y LOS DIENTES

Lo que usted come se refleja en sus dientes por eso es tan importante vigilar la alimentación.
Una dieta rica en calcio, fósforo y vitaminas A, D y B6 es sensacional.
Además, acostúmbrese a comer frutas y vegetales crudos. Es un excelente ejercicio para mantener las encías saludables y tonificar los maxilares.
Las comidas que contengan demasiada azúcar deben evitarse por todos los medios.
Los estreptococos atacan inmediatamente cualquier residuo de azúcar en los dientes que, unido a la saliva, da lugar al ácido lácteo. Si en un período máximo de 20 minutos después de haber ingerido azúcar, usted no se limpia bien los dientes, comienza la decalcificación que, como se sabe, origina las caries. Por eso es mucho mejor ingerir el azúcar a través de frutas frescas. Además, la comida que queda atrapada entre los dientes crea microorganismos que forman una capa de bacterias.
Inicialmente ésta es invisible, pero con el tiempo, se solidifica convirtiéndose en sarro, que produce inflamación en las encías.
El sarro sólo puede ser removido por el dentista al pulir los dientes. Esto debe hacerse una o dos veces al año. Los alimentos que uno ingiere también juegan un papel muy importante en el aliento.
Posiblemente le encante comer cebollas, ajos...pero luego ¡que horror!
Sólo una buena limpieza de dientes, unida a un buen desinfectante bucal puede resolver este problema. Aunque también existen viejos trucos caseros. ¿Cuáles por ejemplo? Un clavo de olor o un grano de café son excelentes para evitar el desagradable olor a ajo.
En el caso específico del mal aliento, que es producido por las bacterias que se acumulan en la boca, puede usar chicle sin azúcar, unas pastillas especiales... y hasta hojas de menta.
Si a pesar de todos estos cuidados el problema persiste, entones consulte a su dentista. 
   

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